JOSE ALEMANYAlhacén, Unicornios y Wikipedia

Muy de vez en cuando, surge un sabio que cambia nuestra manera de entender el mundo. Uno de los más grandes fue Alhacén, un árabe musulmán nacido en Basora hacia el año 965, en plena Edad de Oro del islam (cuando se decía que “la tinta de un sabio es más sagrada que la sangre de un mártir”).

Alhacén estudió en Bagdad, donde a finales del siglo IX el califa Harun ar-Rashid había fundado la Casa de la Sabiduría, un centro de estudios donde eruditos llegados de distintas partes del mundo intentaban reunir y traducir al árabe todo el conocimiento acumulado hasta entonces. Más tarde, Alhacén se trasladó a El Cairo, donde escribiría su obra más importante, el Tratado de óptica, en el cual, entre muchas otras cosas, describe el funcionamiento de la cámara oscura.

Si bien los principios de la cámara oscura eran conocidos ya en la antigua China y también por Aristóteles y otros filósofos griegos, se cree que Alhacén fue el primero en estudiar y experimentar sistemáticamente con las imágenes creadas mediante esta técnica. Alhacén colocó tres velas, una al lado de la otra, frente a una pared; entre las velas y la pared dispuso una pantalla con un pequeño agujero. La luz, al pasar al través del agujero, proyecta en la pared, invertidas, imágenes de lo que hay al otro lado de la pantalla. Además, advirtió que las formas iluminadas por la vela derecha se proyectaban en el lado izquierdo de la pared, y viceversa.

Alhacén se sirvió de estos experimentos para desarrollar sus teorías sobre la luz y sobre cómo funciona nuestro sentido de la vista. Hoy en día, es considerado el padre de la óptica y la oftalmología modernas, además de creador del método científico y de la física experimental.

El Tratado de óptica fue traducido al latín alrededor del año 1200 y fue la fuente principal de Roger Bacon y otros eruditos europeos del siglo XIII. Sin embargo, la cámara oscura no reaparecería con fuerza hasta el siglo XV, cuando los pintores empezaron a utilizarla como ayuda para crear sus obras: proyectaban una imagen sobre un lienzo y pintaban sobre la imagen proyectada.

¿Había nacido la fotografía? Casi, pero aún faltaban algunos siglos. En el siglo XVI, Giambattista della Porta perfeccionó el invento, añadiéndole una lente; también se añadió un espejo para que la imagen proyectada no estuviese invertida y, ya en el siglo XVIII, se crearon modelos más compactos, que artistas aficionados y profesionales podían llevar consigo fácilmente. A partir de allí, sólo faltaba añadir una emulsión fotosensible para que la cámara oscura se convirtiera en una cámara fotográfica.

Hasta aquí la historia. ¿O nos hemos dejado la parte más importante?

 

En 1974, el artista mexicano Carlos Jurado publicó un librito maravilloso titulado El arte de la aprehensión de las imágenes y el Unicornio. La primera parte del libro está dedicada a la historia de la cámara oscura (o “caja mágica”); la segunda, a cómo crear una cámara oscura casera y, la parte final, a la captación de imágenes en movimiento.

Jurado nos cuenta que, en el siglo XI, bajo el reinado de Abbad III, vivió en Sevilla un alquimista de nombre Adojuhr, quien dedicó sus mejores esfuerzos a estudiar la “caja mágica” e incluso consiguió crear un compuesto químico fotosensible, con el que pudo tomar las primeras fotografías de la historia; entre ellas, una fotografía muy clara y precisa de un unicornio, que ha llegado hasta nuestros días.

La relación de la cámara oscura con los unicornios es larga y está documentada desde los tiempos del mago Merlín: “El ojo de la caja mágica deberá ser perforado con un cuerno de unicornio. De no ser así, la caja resultará por completo inefectiva.

La importancia de que el agujero de la cámara oscura sea realizado con el cuerno de un unicornio también aparece en escritos chinos del siglo VI.

Adojuhr conocía la importancia de utilizar un cuerno de unicornio para perforar la caja. Así, escribe: “Se toma un cuerno de Unicornio, se aguza finamente por la punta, y con él se practica un pequeño orificio sobre cualquier superficie refulgente. Por este orificio podrán hacerse pasar, comprimiendo su esencia, toda clase de personas, objetos y lugares, mismos que deberán ser guardados cuidadosamente en una caja de cartón donde permanecerán por la eternidad, para ser sacados cuando alguien los necesite.”

Llevado por su afán de perfeccionar la cámara oscura y de crear diferentes cajas mágicas para diferentes tipos de fotografía, Adojuhr no sólo experimentó con cajas de diferentes formas y tamaños, sino también haciendo los agujeros con cuernos de diferentes tipos de unicornio. Así, nos ha dejado una descripción de siete razas de unicornio y la utilidad de sus cuernos en la confección de una caja mágica (por ejemplo, el gran cuerno del Unicornio Real es “apropiado para perforar cajas mágicas circulares”, mientras que el Unicornio de Catai “tiene un cuerno apropiado para la perforación de cajas mágicas de acercamiento.”)

Por desgracia, está en la naturaleza humana el estropearlo todo: la popularización de las cajas mágicas creó una gran demanda de cuernos de unicornio, lo cual llevó a la caza y posterior extinción de este magnífico animal.

Adojuhr, por su parte, fue ejecutado en Sevilla en 1067, acusado de ser un “gran infiel” por haber aprehendido las “formas e imágenes humanas”, algo prohibido por el oscurantismo religioso de la época. Con su muerte, sus conocimientos se perdieron…

…hasta que llegó Wikipedia.

 

A día de hoy, 6 de abril de 2016, si vas a la página de Wikipedia en español dedicada a la cámara oscura, verás que bajo el subtítulo “Cámara oscura y alquimia” se recoge la historia contada por Carlos Jurado en El arte de la aprehensión de las imágenes y el Unicornio. Lo insólito, es que casi lo explica como si se tratara de una historia real (o, como mínimo, como una creencia real).  Como fuente, se cita la única posible: el libro de Jurado.

Si tienes más de seis años, probablemente sepas que los unicornios son seres mitológicos que jamás han existido en realidad. Tampoco hace falta ser un lince para advertir que el nombre del gran Ado-Juhr se parece extrañamente al de Jur-Ado, ni para detectar la multitud de detalles y guiños al lector que Jurado nos hace en su libro (si lo has leido, claro).

Carlos Jurado, formado como pintor, ha experimentado con diferentes técnicas antiguas de fotografía; entre ellas, la cámara estenopeica (la “caja mágica”). Adojuhr viene a ser una especia de alter-ego del artista y su historia reivindica el carácter “mágico” de la fotografía. Dice Jurado en la introducción de su libro: “…procuro seguir manteniéndome como un aprendiz de alquimista, ya que la fotografía para mí, entre todas sus acepciones, es un acto puro de magia.”

A la sombre de Wikipedia, una multitud de blogs y páginas web reproducen la historia de la caja mágica y el unicornio, y muchas de ellas parecen darla por cierta. A lo mejor, con el tiempo, el hermoso cuento del sabio que experimentaba con cuernos de unicornio termina convirtiéndose en una historia real, gracias a la magia de la fotografía. Y a los editores de Wikipedia.

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